Información para conductores

Investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca desarrollan un proyecto financiado por la Dirección General de Tráfico (DGT) cuyo objetivo es analizar los rasgos de personalidad relacionados con la percepción del riesgo y el control que creen tener los conductores. Estos factores pueden explicar algunos comportamientos de riesgo al volante.

Los científicos quieren identificar aquellos pensamientos y emociones que muestran los conductores con expectativas optimistas y pesimistas, y ver cómo varía el comportamiento del conductor ante situaciones fáciles o difíciles de controlar en la conducción. Los datos obtenidos pueden aportar una mayor efectividad en los cursos de reeducación vial que realizan los conductores que han perdido puntos del carné de conducir.

“En anteriores estudios realizados con conductores que han perdido puntos, hemos identificado que un significativo porcentaje de los mismos muestran un marcado perfil optimista”, explica a DiCYT Carlos Hugo Criado del Valle, profesor de la Facultad de Psicología e investigador principal de este estudio. “Confían mucho en sus habilidades, creen tener una mayor destreza y dominio del vehículo cuando conducen. Y en menor medida, dan cabida a situaciones inesperadas, debidas al azar y, por ello, fuera del control del conductor. Esto supone asumir más riesgos en la conducción, lo que les lleva a cometer más infracciones”, comenta.

Para analizar este tipo de comportamientos, los investigadores han llevado a cabo el estudio en Salamanca, en el Centro de recuperación de puntos U.E.S.A., y en Valencia, gracias al equipo liderado por Luis Montoro, catedrático del Instituto Universitario de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia. De forma desinteresada, los alumnos que han acudido a dichos cursos se han prestado voluntarios para realizar las diferentes pruebas.

El diseño experimental del estudio lo ha supervisado la profesora Mª Begoña Orgaz, miembro del equipo de investigación de la USAL. Las pruebas de conducción se han realizado mediante un simulador de tráfico, en el que se han manipulado deliberadamente los escenarios de conducción, de mayor o menor dificultad.

Los resultados señalan que cuando a un optimista se enfrenta a una situación difícil y lo hace mal, no se cuestiona su capacidad de conducir, sino que atribuye el resultado a factores externos: ser la primera vez que conduce en un simulador, que no se trata de un coche real o que un ruido de fondo le ha impedido concentrarse. Estos conductores siempre creen que en una próxima vez lo harán mejor.

Por el contrario, un pesimista tiende a mostrarse inseguro y cuestiona su destreza, incluso aunque la situación a la que se enfrenta sea fácil. Además, considera que la conducción no solo depende de su actuación, sino de factores en los que influye el azar.

“Creemos que cuando los conductores muestran altos niveles de optimismo, tienden a conducir con una velocidad superior a los límites permitidos, amparándose en su destreza”, apuntan los investigadores. Además, “no renuncian a una última copa, pensando en que pueden evitar los controles de alcoholemia e incluso se pueden saltar un semáforo en rojo creyendo que pueden controlar las consecuencias negativas”.

Tras estas pruebas, los expertos piensan en posibles nuevas estrategias. Si un conductor con expectativas optimistas y alta percepción de control llegase a considerar que hay muchas variables del entorno que no están sujetas a su control personal, se fomentaría una conducción más prudente, en la que esta persona se cuestione que no solo están implicadas sus destrezas y habilidades. Por su parte, si los conductores con expectativas pesimistas son conscientes de lo que pueden controlar, al margen de los factores externos que ya consideran, también mejoraría la prevención de riesgos.

Por lo tanto, los investigadores creen que una evaluación previa de los conductores que se proponen recuperar puntos y una adecuación de los cursos a su perfil es clave para incrementar la efectividad de esta formación.

A través de una convocatoria pública, este mismo equipo de investigación ha conseguido una subvención de la DGT para desarrollar un nuevo proyecto en 2016. En este caso se trata de analizar el consumo de alcohol unido a una gran cantidad de estímulos, lo que los especialistas llaman sobrecarga cognitiva.

Al igual que el estudio anterior, también separará entre perfiles de conductores optimistas y pesimistas ante situaciones fáciles y difíciles. La tecnología servirá para extraer conclusiones más precisas, ya que en esta ocasión los investigadores controlarán hacia dónde miran los conductores que realizan la prueba en el simulador gracias a unas gafas que, además de controlar el movimiento de los ojos, sitúan el foco atencional del conductor.

“Veremos qué sucede cuando una persona optimista que consuma alcohol por encima de los límites permitidos para conducir se encuentra ante una situación difícil”, afirma Carlos Hugo Criado del Valle. “Cuando nuestras capacidades cognitivas están mermadas por efecto del alcohol, nuestra atención se centra en un punto y no contempla lo que sucede en el campo periférico, de manera que si en la escena aparece un niño con un balón, se reducen las posibilidades de que el conductor vaya a frenar, porque no lo ve”, agrega.

En este segundo estudio, “analizaremos hasta qué punto una persona optimista es capaz de asumir las limitaciones propias del alcohol o, por el contrario, cree que puede manejar esas situaciones”.

El equipo de investigación de la Universidad de Salamanca ha empezado a colaborar con otros especialistas en seguridad vial, como Fátima Pereira da Silva, del Instituto Politécnico de Coimbra (Portugal), con quien esperan poder analizar los resultados obtenidos. (Fuente: José Pichel Andrés/DICYT)

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