Ha quedado patente que la respuesta del conductor está condicionada por la forma en que se gestionan los propios sentimientos. Además, los conductores se suelen preocupar de cómo conducen los demás (aunque lo que ellos hagan puede depender de nuestros actos), y es ahí cuando se crean esas personalidades que disgustan a quienes están al volante. Nadie encaja permanentemente en un tipo u otro de conductor, sino que puede variar en función del momento y la interacción que se esté produciendo. Pero todos los perfiles tienen en común que pueden generar situaciones peligrosas en la carretera. Es importante saber qué tipo de conducta se suele manifestar y qué situaciones la provocan para controlarla mejor y convertir así la carretera en un lugar más seguro.
- El sabelotodo: Piensa que está rodeado por incompetentes todo el rato y les grita desde dentro del coche. La verdad absoluta es siempre suya.
- El fugitivo: Escucha música o habla por teléfono para aislarse. Se entretiene con las relaciones sociales para no tener que interactuar con los demás conductores. Es su estrategia para no sentirse frustrado al volante.
- El justiciero: Le gusta castigar a los demás conductores cuando cree que han hecho algo mal. Puede incluso salir del coche.
- El profesor: Necesita asegurarse de que los demás conductores saben en qué se han equivocado y espera que se reconozcan sus esfuerzos por enseñar a los demás. Aunque no reciba la atención que desea, siente la necesidad de hacerlo igualmente.
- El filósofo: Acepta las faltas de los demás de buen grado e intenta darles una explicación racional, ya que la empatía es un sentimiento que domina. Puede controlar sus impulsos cuando concuce y nunca se altera en el interior de su coche.
- El evasivo: Trata a los conductores que cometen infracciones de forma impersonal. Los considera símplemente un peligro y va siempre pensando que pueden cometer un error.
- El competitivo: Necesita ir por delante de todos y se enfada si alguien se interpone en su camino. Considera que la carretera es de su propiedad. Es probable que acelere si intentan adelantarle, o bien puede cerrar el paso.