*Información para conductores.
Se produce cuando el coche tiende a girar menos de lo que indicas en desde el volante al tomar una curva. ¿Cómo controlarlo?
En coches que lleven tracción delantera, todas las fuerzas motrices están concentradas en las ruedas delanteras. Por ello, disminuye el potencial de fuerzas laterales que actúan sobre el coche cuando tomamos una curva. Así, que los coches con tracción delantera tienen mayor tendencia al subviraje que otros tipos de tracción.
En cualquier caso, el conductor puede “notar” el subviraje, cuando la dirección se vuelve blanda e imprecisa al tomar una curva –tanto cerrada como abierta-, y el coche tiende a irse hacia el exterior de la misma, girando menos de lo que se marca con el volante.
Los motivos pueden ser porque el conductor ha tenido una mala apreciación y ha llegado con exceso de velocidad a la curva, o por un cambio del estado de la adherencia en la calzada, por ejemplo. Para corregirlo, lo que hay que hacer es levantar el pie del acelerador y manejar el volante con la máxima suavidad posible. Así, la velocidad se reduce, y la carga se traslada al eje delantero, recuperando así la adherencia necesaria.
Se produce cuando son las ruedas traseras las que derrapan, y puede acabar provocando el temido «trompo». ¿Cómo controlarlo?
Cuando en coches con tracción trasera disminuyen las fuerzas de guiada lateral, la parte posterior tiende a derrapar. Normalmente, se debe a un exceso de potencia, desplazamientos de la carga, firme deslizante o fuertes cambios de dirección; también puede producirse sobreviraje al frenar bruscamente con el coche en apoyo.
El sobreviraje se reconoce fácilmente porque el coche gira más de lo que pretendía el conductor, que notará como si la parte trasera quisiera adelantarle. Para que un conductor pueda corregir un sobreviraje, lo que debe hacer es pisar el pedal del embrague si el coche no es automático, y girar rápidamente el volante en el sentido de la derrapada. Esto último se conoce como técnica de contravolante.
Mediante el contravolante se consigue que las ruedas se orienten hacia el mismo lado hacia el que derrapa la parte trasera del vehículo. De esta forma se eliminan las fuerzas de freno motor que debilitan el potencial de soportar fuerza que tienen las ruedas traseras. En cuanto el giro de volante haga efecto y las ruedas traseras recuperen adherencia, hay que deshacer el giro y volverlo otra vez a su posición para evitar que la zaga deslice y acabe derrapando hacia el lado contrario, lo que provocaría movimientos cada vez más amplios que pueden acabar en un trompo.
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